lunes, 12 de abril de 2010

"Esta eres tú. Con los ojos cerrados, bajo la lluvia. Nunca pensaste que estarías así, nunca te viste como esas personas que disfrutan mirando la luna, que se pasan horas mirando las olas, los atardeceres, el viento, supongo que sabes de que clase de personas hablo, o no. Pero resulta que te gusta estar así, con el frío..."





"Hay gente que no puede llevar la vida que los demás pretenden que llevemos, ¿sabes? Por mucho que lo intentes no lo consigues…Es duro saber que amas a alguien y no puedes hacerle feliz, no puedes querer a esas personas como ellas quieren que les quieras".

“Inventa un cielo para mí, no permitas que me recuerden con tristeza"

"Rezas para que esta sea tu vida sin ti. Rezas para que las niñas quieran a esta mujer que se llama como tu y para que tu marido acabe por quererla. Para que vivan en la casa de al lado y las niñas usen el remolque para jugar a las muñecas y apenas recuerden a su madre que dormía de día y las llevaba de viaje en canoa. Rezas para que tengan momentos de felicidad tan intensos que cualquier pena parezca pequeña a su lado. Rezas a no sabes que ni a quien, pero rezas, y no sientes nostalgia por la vida que no tendrás, porque para entonces habrás muerto, y los muertos no sienten nada, ni siquiera nostalgia".




"Un día te das cuenta de que tu vida ha sido un sueño y acabas de despertar"


Ann tiene 23 años, dos hijas, un marido desempleado, una madre que odia al mundo, un padre que lleva 10 años en la cárcel, un trabajo como limpiadora nocturna en una universidad a la que nunca podrá asistir durante el día... Vive en una caravana en el jardín de su madre, a las afueras de Vancouver. Esta existencia gris cambia completamente tras el diagnóstico medico de que padecía cancer y que, ya avanzado como estaba, le daría solo un poco tiempo de vida. A partir de allí, paradójicamente, Ann descubre el placer de vivir, guiada por un impulso vital: completar una lista de "cosas por hacer antes de morir".